Porque el quejido, jamás fue de tu alma
Porque el dolor se fue sin tu permiso
Porque siempre te vimos sin-hastío
Porque las calles dan fe de tu entereza
Y el crisol de espermas, tu
valía.
Porque el soberbio se inclinó ante tu nobleza
Porque la duda se escondió ante tu firmeza
Porque en tus hombros suspiro Maria
Porque hasta Cristo se admiró de tu carguío
Y lo ayudaste al buen morir en su agonía.
Porque has amado a Popayán sin miramiento
Porque sigues siendo hacedor de procesiones.
Porque
siempre fueron los años tus testigos
Porque el crujir del maderamen fue tu aliento
Y el compás de su tañer, fueron
latidos
Porque entre Marzo y abril, sueñan tus sueños
Por que de tanto cargar, la gente te reclama
Porque te diste entre jurgos y pichones
Porque las andas se rajaron de tristeza
Y al final, alcayataste tu vida ¡con firmeza!
PAZAL
Popayán, Abril 2006
A Juan Caicedo, mi hermano
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