PAGINA EN CONSTRUCCION

EN CONSTRUCCIÓN. EL FORMATO Y EL CONTENIDO NO SON DEFINITIVOS
Para conocer todo, al final de click en "entradas antiguas" hasta agotar contenido.

lunes, 21 de noviembre de 2011

MERCEDES SOSA


  La Negra


Uno se despide
Insensiblemente de pequeñas cosas
lo mismo que un árbol,
que en tiempo de otoño se queda sin hojas.

Al fin la tristeza,
es la muerte lenta de las simples cosas,
esas cosas simples
que quedan doliendo en el corazón.

Uno vuelve siempre
a lo viejos sitios donde amó la vida
y entonces comprende
cómo están de ausentes las cosa queridas.

Por eso muchacho
no partas ahora soñando el regreso.
Que el amor es simple
y a las cosas simples las devora el tiempo.

Canción de las simples cosas
Autor: Cesar Isella
Canta: Mercedes Sosa


Siempre he oído los cantos a la vida y siempre ha versado en mis oídos la muerte. Llevo días luchando con fuerza, para que en mis ojos no llueva con tanta fuerza el recuerdo y que esos mismos recuerdos no me ericen la piel como en realidad lo consiguieron. No es fácil ni necesito auto-sicoanalizarme para llegar a la conclusión que estos protocolos de velorios, de funerarias y de tumbas, me molestan adentro pero bien adentro de mi mismo; me conmueven con fobia y me “enjarran” los brazos a Dios, esperando la respuesta que desde mi infancia evade.

Hoy es primer domingo de octubre y se asoman el invierno y la poesía en mi ciudad. Estoy pensando en varios amigos y compañeros que en estos meses despegaron y hoy solo rondan mis sueños. He regresado a mi casa en la calle 3 No 8-39; he acariciado con ternura a los míos; he evocado mi primordio y silencioso asomo al amor, en que las hermanas mayores de mis amigos, eran las culpables de alterar mi ritmo cardiaco; han llegado a mí, oídas de muchos conocidos entrando a los mundos de quimios, radios, cateterismos y angioplastias a través de inciertas puertas giratorias. Y hoy, otra Mercedes la inmortal Mercedes, esa gordita que llevaba desde que me acuerde dando “gracias a la vida que me ha dado tanto”, se calló y dio permiso para que le gritaran “a la orden”.

Con ella, con el mito de Alfonsina y el mar y con 600 pesos, anduve tres semanas el sur de Colombia y todo el Ecuador, cuando mis dientes y mi piel eran blancos; cuando el amar, siempre era fácil y cuando aún, Correa y Uribe se reían con franqueza.

Un casete de la menuda Argentinita que remendé muchas veces porque sonaba encima de cada centímetro de los 3000 kilómetros recorridos, me enseñó a quererla, a meterla en mi cabeza y en mis andanzas y a admirarla y a tatarear con ella. Me ha cantado a los 20 a los 30 a los 50. Me ha dado serenatas y me ha entonado las dianas de la aurora; me ha hecho dúo en mis poemas de la tarde; me ha cantado en vivo: allá en Cali, en el parque Panamericano junto a miles de estudiantes que gritábamos al son de su música por un país justo y unido a la América de sus sueños, sin las fronteras de tanta estupidez.

Oyendo las noticias de los últimos días supe que la entubaron, la inyectaron, la oxigenaron, la maniataron, la manipularon tanto, que aunque la hubieran salvado, no habría podido volver a cantar. Estoy seguro que ella habría querido morirse como Alfonsina, caminando libre hacia su silencio final. Se quedó sin pregonar por última vez las vivencias que en verso, la Stoner escribió para su muerte y que con Jorge, Itos y Diego tres amigos inigualables que hoy se habrán levantado turulatos de pena; un libro de Neruda; algo de Piero y varias cervezas “Pilsener”, empecé a cantar frente al mar pacifico en la playa de Esmeraldas hace treinta y tres años y hoy aún entono.

No será difícil seguirla oyendo desde otra dimensión. Pero sí será difícil acostumbrarme a oírla sin tanta gente que se va saliendo de mis coros.





PAZAL,

Popayán Octubre 4 de 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LOS CARDEVAL

LOS CARDEVAL
Santa marta diciembre 2012