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jueves, 8 de marzo de 2012

BOLIVAR INTEMPORAL Y ETERNO

El nerviosismo era tal que ni el día del mercado en la plaza principal del la ciudad, era razón suficiente para no estar concentrado en la noticia del año: El libertador estaba en Popayán en casa de los herederos del General Mosquera que se pelean a mordiscos la sangre azul del notable mascachochas.
Su Señoría, recuerde que el circo está desde ayer en la ciudad y si no llueve, usted podría invitarlo.- Dijo Braulio el dependiente de Tulio, uno de los anfitriones-.
La idea podría ganar protagonismo en la medida que el Senador Villaquiran no acaparara el tiempo de Don Simón y las ñapangas de los extramuros citadinos, no hicieran de las suyas con la libido del Padre de la patria, como la última vez que nos visitó y lo encontraron enchichado y en jolgorio, en las termales de Coconuco, luego de que hasta el presidente de Colombia y el embajador de Venezuela fueron notificados de su desaparición.
Se había retirado de la vida pública e intentaba renunciar a todos los honores de Libertador. Dolía en su alma el haber tenido que declinar los amores y los suspiros de su amada Manuelita luego de que todas las damas encopetadas y los señoritos engominados de la Gran Colombia, lo conminaron que de una vez por todas y por la construcción de la nueva nación y la civilidad y el ejemplo y todas las normas de urbanidad y el rollo ese de la moralidad y el catecismo del padre Astete y las advertencias perentorias del nuncio de su santidad el Papa y de los arzobispos que se reunieron en conferencia en Cuenca y en fin tantas y tantas razones de peso, a desistir de su propia concupiscencia sexual y de la fuerza de su enamoramiento y de los ojos y los deseos de la bella dama, confidente y compañera durante más de 7 años.
La idea del circo lo cautivaba mucho más que los salones de la burguesía y la alta sociedad Payanesa, que además le habían contado y de verdad lo palpaba, no tenía la seriedad y la elegancia de otras épocas. Se habían sumado a ella advenedizos y plebeyos venidos de otros lares y del propio vulgo comarcal, sin educación, feos en su físico y que hacían alarde de su dinero, porque no podían hacerlo de su propia cuna.
Agradeció a Don Tulio la invitación al circo, pero primero habría que ir al paraninfo de la Universidad del Cauca, que aunque Santanderista en su fundación, conservaba espacios de libertad para expresarse. No podía perder la oportunidad de lanzar dardos al Coronelito de Caracas, capaz de usurpar sus ideas y querer representar sus pensamientos como si el malaclasudo ese fuera el dueño de su vida. Según le contaban, se había apropiado de su imagen y hasta se vestía con la guerrera, bordada en filigrana de oro y terciopelos azules italianos, que él había mandado a obsequiar a los herederos del General Páez y que el coronelito desquiciado, les había expropiado en nombre de la revolución. Supo que en Miraflores, este payaso rondaba a la madrugada los salones fustigando fantasmas y desenfundando también la espada de su propiedad, contra visiones esquizofrénicas y delirios de grandeza, poniendo en peligro a la Patria que con tanto esmero y sacrificio había fundado.
-Tengo ganas de empuñar mi propia espada para refundar la nación -se dijo triste y apabullado el alumno del profesor Simón Rodríguez-.
-Imposible que este patán sea capaz de regalar a diestra y siniestra el dinero de las alcabalas y de los recursos naturales que Dios nos dio.
¿Qué tienen que ver los Patriotas con Centroamérica y la Patagonia para que regale sin chistar doblones a raudales?
-Tanto esfuerzo y mi pobre pueblo aguantando hambre, desabastecido, sin educación y ahora sin ni siquiera velas para alumbrar su pesadumbre…,- dijo en tono bajo a los militares que hacían calle de honor en su periplo hasta el aula máxima del centro académico de la ciudad a la vez que se dolía en el alma por la mansedumbre de los mandos castrenses y la tropa raza que personalmente había aleccionado con esmero de padre.
La conferencia no podía iniciarse por la gran cantidad de gente que colmó el escenario. Hicieron abrir las puertas de la calle y la muchedumbre llegaba apretada por el poniente hasta el Parque de Caldas y al naciente hasta la iglesia de la Ermita. Por eso, tuvo que dirigirse desde un segundo piso a los asistentes. Era imposible llegar a la tarima principal del Paraninfo.
Habló de su gesta, habló del congreso de angostura, de la importancia de Popayán en su lucha libertadora, del desprendimiento de los Caucanos y la valentía de sus guerreros y puso como ejemplo a esta ciudad, a aquellos que a nombre de su legado y sin consultarlo, usufructuaban sus ideas mezclándolas con razones filosóficas extrañas.
Ellos tendrán que responder ante la historia y sufrirán la ira de mi pueblo que pasará sobre sus cadáveres sin contemplación.
Y en clara alusión al mandatario de los venezolanos dijo:
-“militarucho que se cree marisca
-saltimbanquis de la democracia que se adueña del erario público y lo maneja como ahorros de prostitutas sin licencia; arlequín que mata a nombre de la libertad sin formula de juicio; usurpador de mi pensamiento que amordaza al pueblo y quiere silenciarlo hasta en mi presencia simbólica; menesteroso, limitado mental que gasta sin mirar el futuro y compra irresponsablemente el apoyo y el silencio de los militares con sueldos de realeza europea; contertulio de oídas y chismes y limpiador de su propio excremento intelectual”.
No nombró al presidente de nuestros vecinos, pero la gente sabía de quien hablaba y estaba absolutamente convencida que era la premonición de su debacle expansionista.
Maestros y estudiantes; nobles y militares; obreros indígenas y curas; sirvientas, contadores públicos, escribanos, artistas, radicales y jóvenes; ladrones y bailarinas; magos y vendedores ambulantes, estaban pletóricos por el discurso y todos lo reclamaron como suyo. Bolívar fue sacado en hombros a la calle, cuando ya rayaba la noche y paseado hasta la madrugada por nuestra hidalga ciudad. Hoy es un nuevo día y sobre los andenes aun quedan rezagos del festín y siendo las 9 am nadie sabe donde amaneció El Libertador. Lo han buscado en todas partes pero andaba con el pueblo tomando chicha y huyendo de la tuberculosis que también lo busca.
¿Estará en amoríos?
¿Ó tal vez discutiendo democracia?
¿De pronto enchichado en casa de algún carguero del Amo de Belén? ¿O en el mismo hogar de los Mosquera?
¿Andará conspirando contra Chávez?
Él tiene una cita en San Pedro Alejandrino y llegar a Santa Marta es cuestión de muchos meses.
Dios y la Patria lo sabrán guiar.


PAZAL, REVISTA SEMANA 2010

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LOS CARDEVAL

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Santa marta diciembre 2012