LUISITO LATAS
Antes a Luís Campo lo apodaban cariñosamente: "Luisito
latas". La prensa y la fiscalía dijeron que era su alias.
Tenía fama de guerrillero, ganada a través de varios años
en el pueblo de Silvia. Sin embargo, por esa maldita manía de creer en lo que
la gente me dice, yo me resistí siempre a aceptarlo.
Se lo negué al capitán del puesto del ejército acantonado
en las afueras del pueblo, cuando fui a interceder por su sobrino, que creí injustamente calumniado, luego de que lo
acusaron de haber quemado en compañía de su tío "Luisito latas", la
choza junto a la torre repetidora de Tv en donde acantonaba el ejercito, para guarecerse
del frío de la noche.
Pero también se lo negué a un Fiscal de la República ,
cuando me llamaron a que intercediera por uno de mis trabajadores, que había
sido detenido en un diciembre de hace
unos años, junto a 45 personas más, entre los que también se encontraba
"Luís latas"; operación de inteligencia, en la que todo el pueblo
ronroneaba, se había librado su sobrino, cuando a la madrugada se escapo,
aprovechando aguas abajo, el río Piendamo.
Allá en plena fiscalía, también hablé por Luís Campo y puse
como ejemplo su laboriosidad, su humildad y sus 100 kilos de peso.
Y me reí por enésima vez con "Luisito
Latas", apenas 5 días antes del
suceso, al increparlo con ironía y burla como "mi comandante" en su
pequeño taller de lamina, pintura y mecánica automotriz, situado a la entrada
del pueblo, y en donde 12 meses antes,
la policía había encontrado un carro bomba, que
había sido denunciado por el propio hijo de Luis Campo y que a la
postre, la fiscalía denominó como Falso positivo. Investigación de la que
también salio airoso o por lo menos libre de cárcel como en las 7 oportunidades
anteriores.
Es que Doctor, - me decía - me la tienen montada estos
Hijueputas....
Figúrese que el día de la toma grande de Silvia, esa del
año 1999, dijeron haberme visto lanzando cilindros bombas desde la loma de al
frente. Pues se la hicieron porque yo estaba preso en Puracé y por ese lado se
las gane.
Bueno yo le creí a “Luisito latas” por última vez, al fin y
al cabo los falsos positivos en esta estúpida violencia, son pan de cada día.
Pero es que era imposible creer que este personaje
barrigón, 55 años a cuestas, con carita de bonachón y en la que una arruga
sobre sus pómulos, lo hacia sonreír a todo momento, fuera el experto en
explosivos, que el Ejercito abatiera junto a otros dos Silvianos, hace un año,
mientras volaban una torre de energía, en la pequeña Timba, al norte del Cauca.
Hoy pienso y recuerdo su sonrisa, que dejó colgada en el
tanque de acetileno de su taller, al
encargar afanosamente a su hijo, terminar la soldadura del tubo de escape de
nuestra camioneta y subirse a un bus,
seguramente el mismo que lo llevo a la cita con la columna Jacobo Arenas de las
FARC y con su muerte. Maldita Guerrilla que se lleva las sonrisas, maldita
guerrilla que aprovecha la pobreza, maldita guerrilla que deslumbra a los
menesterosos.
"Luís latas" debió morir de infarto; debió llegar
a viejo en su trabajo de latonero que a propósito lo hacia muy mal, pero que
los Indios Guambianos le pagaban sin chistar; debió vivir sin dinamita entre
sus manos; debió seguir soldando guarda fangos y no desoldando torres de
energía. "Luisito latas" debió morir junto a su esposa y enseñando a
su hijo los secretos de la soldadura autógena. Debió morir de lo que se mueren
los miembros del secretariado de las FARC:
!de viejos! ...."Luisito latas" pudo ser mucho más de lo que
’tirofijo” quiso y le ordenó que fuera.
Por ahora, estoy empezando a creer que "Luisito
latas" además de soldador, mecánico y latonero, seguramente también era
guerrillero, aunque ni Él mismo lo supiera.
Cobardes que saben matar sin disparar.
PAZAL
POPAYAN, FEBRERO 2008